El breve conflicto de Georgia en el año 2008 mostró las graves carencias de las Fuerzas Armadas rusas, que en muchos aspectos se mostraron inferiores a las georgianas, entrenadas y equipadas por la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). El pobre desempeño de las tropas rusas fue bastante criticado al finalizar este conflicto de cinco días de duración, sobre todo por la pésima actuación de su fuerza aérea.
Este hecho llevó a Vladimir Putin a impulsar una importante reforma de las Fuerzas Armadas, motivada también por la expansión de la OTAN en el espacio postsoviético, algo que Rusia siempre ha considerado como una de sus principales amenazas desde que la caída de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) conllevase también una importante alteración de sus fronteras
. Por ello, la reforma militar llevada a cabo en 2008, no lo suficientemente valorada en Occidente, posibilitó los éxitos del aparato militar ruso en Ucrania y Siria y ha devuelto a Rusia el prestigio militar perdido tras la caída de la URSS. Además, el retorno al ejecutivo en poder de Putin, significó un espectacular aumento de los gastos en Defensa, llegándose a invertir en este sector más de 82 000 millones de dólares en el año 2016