Como es lógico, Rajoy se niega a reconocer a Puigdemont como interlocutor y, como no podía ser de otra manera, a reunirse con él en otro país. Sin embargo, Rajoy se comprometió a mantener un diálogo constructivo y realista con el nuevo gobierno catalán con vistas a recomponer la fractura social que provocaron los secesionistas y para normalizar la situación en Cataluña, pero siempre dentro de la ley y respetando la pluralidad que existe en Cataluña, como ayer demostraron las urnas.
A mí me parece un presiente secesionista no puede hablar ni exigir nada en nombre de TODA Cataluña pues más de la mitad de sus ciudadanos no quieren la secesión o independencia de España. Y si ese nuevo presidente del gobierno catalán saca los pies del plato contraviniendo la Ley, habrá que aplciar otra vez el famoso 155, pero esta vez en profundidad, y no un 155 light como el que se aplicó hace unas semanas.
Habrá que esperar a que se nombre un nuevo presidente y se forme un nuevo gobierno en Cataluña, que probablemente no será presidido por el fugado Puigdemont pues para eso tendría que venir a España y no seguir cobardemente fugado en el único país de Europa dispuesto a acogerle.
Puigdemont no es más que un miembro de una lista electoral que le confiere el derecho a ser diputado regional. Ese papel que se atribuye de líder de la república buscando un encuentro de igual a igual con Rajoy y con la Comisión Europea, no es más que otra payasada fruto, posiblemente, de su pérdida de contacto con la realidad como consecuencia de su huída a Bélgica