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Remdesivir: el fármaco milagro anticovid que parece ya no funcionar
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La principal causa de la ola de desigualdad que asola Europa desde los 80 es la deslocalización masiva de empleos derivada de la mundialización salvaje. Esa mundialización desarma completamente los Estados (y por tanto la democracia) para hacer cumplir su ley: no pueden imponer un nivel tributario elevado porque las empresas se fugan a paraísos fiscales, no pueden imponer un nivel salarial elevado porque las empresas se fugan a infiernos esclavistas. Basta de hipocresía. Si queremos domar la mundialización, impongamos tasas a la importación que compensen la competencia desleal de quienes no respetan nuestras exigencias tributarias, salariales y ambientales. ¿Cómo podemos importar casi gratis lo que sería ilegal producir
Cuando hay evidencia científica está bien; pero, ¿qué evidencia tenía el Remdesivir a parte de costar 2.000 € por tratamiento?. En Dominicana tuvieron que escoger entre agua con azúcar o Ivermectina (amparados por un estudio in vitro en Australia). En ese momento no había hidroxicloroquina ni remdesivir ni tozilizumab. ¿Dejas morir al paciente?. Y ahora que tenemos una mínima evidencia científica, ¿a qué esperamos?, ¿a que la siguiente farmacéutica se ponga a la cola con el mismo agua con azúcar pero con un nombre más exótico?.
La estandarización y los protocolos médicos han servido para una medicina cada vez más ajustada a las necesidades de los enfermos, pero por otro lado ha deprimido el uso compasivo que se practica en países con mecanismos menos férreos que los dictados por la FDA y la AEM. Si Alexander Fleming viviera en 2020 le hubiera sido imposible desarrollar el uso de la penicilina. No nos hemos dado cuenta, pero en muchas ocasiones los médicos simplemente han de seguir protocolos para no encontrarse con demandas o echado por malas prácticas. A cambio, ya no buscamos alternativas. Y si las buscamos, han de estar autorizadas.
La sanidad pública y la educación están abandonadas a su suerte por el viejo fantasma que recorre ya no Europa, sino el mundo entero, siguiendo la bandera pirata de los terroríficos Chicago boys, que predican las bondades de cartón piedra del self-made man a la americana desde finales de los 80, aunque antes ya habían hecho sus salvajes pinitos en Indonesia, Filipinas, Brasil, Bolivia, Chile, Argentina, Paraguay y Uruguay, entre otros países, a los que luego se añadirían Polonia, la antigua URSS, la Sudáfrica de Mandela y unos cuantos tristes paganos más . Y no digamos ya aquí, con el capitalismo a la "borbonara", servido en bandeja de plata a las sanguijuelas de siempre. Por otra parte, insisto en que sospecho con fuerza que esa cosificación de lo humano alcanza ya plenamente, y de forma principal, al sector de la salud, en el que unos servicios públicos desbordados asisiten con impotencia, en demasiados momentos críticos, a un cribado entre enfermos que vivirán y enfermos que morirán, mientras que viejos fascistas como Trump y Bolsonaro, podridos de colesterol e hipertensión, reciben terapias experimentales con anticuerpos monoclonales y otros complementos farmacológicos que, desde luego, no están al alcance de casi nadie.
En muchos países la medicina es clasista, aquí aun, pero por poco tiempo si esto sigue así, los no ricos tenemos oportunidades. Yo que sólo he trabajado en la medicina pública no me puedo permitir el lujo de la privada, ni me interesa una minchia. Pero Cataluña, precursora en la eliminación de fronteras entre pública y privada, sirvió de entrenamiento a Madrid. El número de hospitales privados que se construyen es inversamente proporcional a la calidad de la medicina pública. Y eso da una pasta gansa a la privada. Mire ahora como se han multiplicado los anuncios de sociedades médicas. Están a la que salta. Todo muy bien organizado; en Cataluña desde siempre y en Madrid desde el Tamayazo.
Alguna explicación debe haber para apostar y poner en funcionamiento protocolos con medicamentos sin efectos demostrados como la hidroxicloroquina o el Remdesivir y no encontrar estudios privados o públicos con un viejo conocido como la Ivermectina. No es tanto una conspiración mundial (prefiero llamarlo lobby farmacéutico) sino un desinterés en un fármaco sin patente. Creo que ese es el problema principal. Nadie quiere invertir sin obtener beneficios económicos a cambio.
Pues ninguno en especial, pienso yo. Aunque ninguno de ellos se ha tenido que enfrentar a una sanidad colapsada y, eso, es ya un buen tratamiento. No los hay. Recuerde que ni siquiera en mayores de 65 años la mortalidad es del 100%; puede llegar al 35-40%. Muchas veces un alto porcentaje de fallecidos lo son por falta de atención por saturación de los hospitales.
Me alegro por sus resultados pero, como médico, no creo en este tipo de conspiraciones judeo-masónicas para evitar el uso de un fármaco. Fármacos antiguos se prueban con frecuencia para nuevas enfermedades y existen hasta técnicas de laboratorio sofisticadas para estudios in vitro de todos ellos; incluso con paneles que permiten estudiar múltiples fármacos a la vez. Se tardaron años en encontrar antivirales eficaces para el SIDA. Por mucho que se haya invertido, los milagros en ciencia son poco frecuentes
Vale, el remdesivir y la hidrocloroquina,los retiramos de la botica y los tiramos a la basura.¿Pero entonces qué medicamentos que no están al alcance de los simples mortales (y tan mortales...) han recibido Trump, Bolsonaro y otros peligrosísimos sociópatas de la extrema derecha internacional para, a pesar de sus tremendos factores de riesgo, seguir vivitos y coleando? Sí, desde luego que ya hay una cura, obviamente que la hay. Pero es selectiva y, por cara, brutalmente clasista. Ante semejante muestra de pornografía moral, desafío a cualquier científico del stablishment a que me tape la boca con argumentos y no con paparruchas.
En República Dominicana, algunos hospitales privados están usando Ivermectina. Se ha revelado como un antiviral esperanzador. La respuesta a la pregunta de por qué no se está usando masivamente es sencilla de entender cuando lees artículos como este: es un medicamento sin patente, con un uso de más de 40 años, sin efectos adversos en la inmensa mayoría de los que la usan y con un coste de producción bajísimo.
Remdesivir: el fármaco milagro anticovid que parece ya no funcionar
EL pasado 15 de Octubre se realizó el gran estudio “Solidarity”de la OMS, para probar el avance y eficacia de los grandes fármacos propuestos para el tratamiento de la COvid-19. Este gran ensayo se realizó en 405 hospitales de 30 países en los que se seleccionaron más de 11.200 adultos hospitalizados por COVID-19. Estos pacientes se dividieron en grupos al azar para recibir remdesivir, hidroxicloroquina, lopinavir, interferón junto a lopinavir, interferón o ninguno de estos fármacos.
Los resultados de este estudio suponen un gran golpe moral y médico a los principales tratamientos antivirales dirigidos a tratar la enfermedad provocada por el virus SARS-CoV-2. Ni la hidroxicloroquina, ni el remdesivir, ni el lopinavir, ni el interferón-1a han demostrado eficacia en pacientes hospitalizados afectados por la COVID-19 para reducir el tiempo de hospitalización, la mortalidad y el inicio de la ventilación.
Los resultados de este estudio suponen un gran golpe moral y médico a los principales tratamientos antivirales dirigidos a tratar la enfermedad provocada por el virus SARS-CoV-2. Ni la hidroxicloroquina, ni el remdesivir, ni el lopinavir, ni el interferón-1a han demostrado eficacia en pacientes hospitalizados afectados por la COVID-19 para reducir el tiempo de hospitalización, la mortalidad y el inicio de la ventilación.
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